Bien entrada la madrugada, llegaba BV hasta su edificio. Ya en el zaguán, comentole al guardia: "cómo andás Oscar? Frío, no?". A lo que éste se detuvo un instante y con distancia respondió: "Frío, si."
Lo que ninguno de los dos jamás llegaría a saber, es que ambos coincidieron en una inesperada y dura sensación de soledad.
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