Bon Vivant ha llegado a comprender que el tiempo que demora un médico en atenderlo, es directamente proporcional a su calidad y prestigio, o a la estima que éste tenga de si mismo (en desmedro de la calidad previamente mencionada, por supuesto). Sin embargo, él decide no creer en estos hombres de guardapolvo blanco: “no adorarás falsos dioses”, dice, y hace especial hincapié sobre la expresión falsos.


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