Tras recibir el pedido en un perfecto francés, el mozo procedió a preguntarle a Bon Vivant cómo deseaba su carne.

"Loca, bien loca", respondió.

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Bon Vivant recuerda siempre un amor que lo marcó hace un tiempo ya, porque en ese efímero romance –fue realmente corto-, encontró todo lo que buscaba en una mujer.

A veces habla de ello con amigos, y también a veces estos le aconsejan que no la recuerde con nostalgia, que siga adelante. Él les dice que es todo lo contrario, que siempre va a estar agradecido por haberse cruzado con ella, por haberla conocido, aún cuando hoy le impida disfrutar de otras historias. Es que con cierto orgullo comenta que ya no puede estar con cualquier mina, porque ya no sabe de conformarse con pequeños puntos de coincidencia.

"Pero todo es positivo -afirma-. No es que la extrañe a ella, sino que una vez que tuviste algo como eso, es imposible no comparar. Te golpea con una fuerza que te hace ver que buscás en una tipa. Un algo que es el punto de partida para nuevas y aún mejores cosas. De ahí en adelante, es solo una cuestión de tiempo para encontrar eso que buscás".

El tema es que después de un largo tiempo de no sentir nada por nadie, BV comienza a preguntarse si alguna vez va a volver a sentir algo así o, mejor dicho, encontrar alguien así. Y entonces la extraña a ella.

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BV viajaba en taxi al encuentro de una señorita con la que sale y no le interesa salir, cuando éste se detuvo en un semáforo. En ese preciso instante, el conductor del vehículo reconoció la canción que sonaba en la radio, (la del Guardaespaldas, de la tal Houston) y automáticamente le subió el volumen y comenzó a cantar al unísono. Mientras esto sucedía, Bon Vivant miró a un costado para ver un hombre que corría mal, feo, casi antiestético, en frente a un afiche publicitario de una banda de cuarteto o cumbia.

BV se encontró a si mismo meditando sobre la idea de que se encontraba en el lugar indicado, que esa era su vida ahora, y que no la cambiaría por nada.

-Son las cosas lindas de la vida- le dijo a un taxista que nunca lo escuchó, antes de castigarse a sí mismo por ser tan estúpidamente optimista, una actitud que él considera de mal gusto.

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Bíblicamente, BV perdió sus fuerzas al dejarse cortar el cabello por su amada. Sin embargo, entendió que la debilidad que lo poseyó no se debió a que su fuerza se extinguiera junto al largo de su cabello, sino al extraño éxtasis prolongado que pueden producir las manos de una mujer en especial operando un peine, una tijera, y tus emociones.

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Bon Vivant compartió un almuerzo con los más íntimos amigos de su madre durante el natalicio de esta. Fue durante los saludos correspondientes, entre ellos, que BV notó cierta particularidad, una suerte de mirada común que le dejaba un significado extra que no lograba identificar: Se trataba de un gesto cálido, un abrazo con manos a los hombros, de mirada a los ojos, relajada, de complicidad. Algo muy distinto a lo que él veía en sus juntadas con los suyos.

Tras observar durante un tiempo, finalmente se dio cuenta que esa mirada era la misma que había visto en los veteranos de guerras, en los sobrevivientes de catástrofes y en las demás personas que por una u otra razón protagonizaron (o sufrieron a causa de) sucesos traumáticos en un tiempo pasado. Era la mirada de aquellos que salieron victoriosos de algo, o que simplemente salieron.

Nosotros estamos en plena guerra, en plena catástrofe! -vociferó Bon Vivant en medio de la reunión, generando un inmediato cambio de expresión en los amigos de su madre-.

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BV se jactó de nunca respetar a los semiólogos, simplemente por considerar a su objeto de estudio como una rama "complicadora de cosas". Sucede que un día, mientras caminaba por blogs ajenos, se encontró con un concepto singular de Barthes. El de Errebundeo:

Aunque todo amor sea vivido como único y aunque el sujeto rechace la idea de repetirlo más tarde en otra parte, sorprende a veces en él una suerte de difusión del deseo amoroso; comprende entonces que está condenado a errar hasta la muerte, de amor en amor.

"Uh, me la clavó al ángulo el muy turro" concluyó BV.

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Este año Bon V. se hizo amigo de un par de personas extranjeras de un norte bien norte. Sucede que se encaminaba al festejo del cumpleaños de una de éstas, cuando se vio llevando un vino de un precio, digamos, aceptable. Fue en ese momento que sintió una suerte de repulsión hacia si mismo tras recordar que nunca fue de comprar regalos en los cumpleaños, ni aún para sus mejores amigos. Inmediatamente, casi 200 años de historia lo golpearon en una repentina reflexión:

-Mierda, esto de bajarse los lienzos con los del norte se volvió genético.-

Ya en el cumpleaños, y a modo de rebelión, buscó el vino regalado (al que nunca había perdido de vista) y muy sigilosamente lo descorchó con el propósito de que el ruido no avivara a ningún gil. Se sirvió abundantemente, disfrutó como nunca el primer sorbo y una vez que se vio convencido de que se trataba de un buen vino, procedió a encanutar la botella al lado de una de las patas de la mesa para de esa forma disfrutarlo, solo, durante el resto de la velada.

Pasaría mucho tiempo hasta que BV volviera a sentirse tan argentino.

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Caminaba Bon Vivant por las calles de una ciudad, cuando una mujer pasó a su lado dejando una deliciosa estela de perfume que, instantáneamente, le trajo a colación la vívida imagen de un viejo amor.

Desde ese momento, a este particular fenómeno BV lo denominará "La Venganza Francesa".

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Bon Vivant se dio cuenta que ya no debe aconsejar a amigos en materia de amor.

Sucede que sabe que cuenta con una visión un tanto optimista del hecho, casi idealista. Siempre advierte sobre la fuerza del amor, que hay que jugarse y no calcular, simplemente sentir, y después su propia realidad se encarga de hacerle comer sus palabras sin siquiera un buen vino tinto para que bajen mejor.

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Bon Vivant siente que hay momentos en los que la vida, más precisamente lo cotidiano, pierde sabor, carece de gusto alguno. Asimismo, encuentra que esa sensación es cada vez es más habitual.

Después, mira a la gente en la calle, y se siente extrañamente acompañado.

"Metamorfosis involutiva", titula como al pasar.

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